Aire enrarecido

A esta dama le hace falta algo que siempre tuvo y que se negó aceptar: un vínculo, ese que se permitió perder por miedo a fracasar, o más bien, por temor a tener la razón y recibir la condena de su conciencia. 

Simplemente las circunstancias cambian, al igual que las personas. La situación no puede seguir igual, sin embargo se pregunta constantemente si su ausencia emocional fue la mejor decisión. Los hechos se resumen así: una mujer que actuó sola y prefirió dejar su falsa estabilidad para recuperar su dignidad, aunque haya tenido que pagar un alto precio por eso, la impasibilidad de su corazón; y un hombre que cada vez es más ajeno a su realidad, que respeta su juicio aunque no lo comprenda (aparentemente) y que sigue absorto en el lenguaje que ha aprendido de la damisela que acompaña sus noches, sus silencios y su estupor. 

El resultado?, dos personas que viven en un mismo espacio pero que no lo comparten, que se hablan pero no se comunican, que ríen a un rostro que no puede percibir su alegría.

La explicación?, el enojo de su razón al sentirse burlada, indignada, engañada. ¿Por quién? por ella misma, por la ilusión que nubló sus ojos, los mismos que brillaron con fuerza cuando vieron la sonrisa de aquella aparición recién despertada escucharla decir "¡Buenos días!"; porque evalúa las circunstancias y quiere convencerse a toda costa que fue un cruel juego de su imaginación, que juntó todos los detalles y los convirtió en una historia de amor imposible en su haber. Y por él, porque su mirada, sus palabras y actitudes la traicionaron (aunque en el fondo ella sabe que fue su propia mano la que clavó el puñal)

Pensaba que tenía todo bajo control, midió los tiempos, las distancias, las risas y hasta los secretos, pero se equivocó, no contempló un detalle: la posibilidad de que aquel sentimiento creciera tanto que le empezara a doler... si, a doler. 

Ahora son claras tres cosas: que su sentir "evolucionó" a una sensación que no comprende, que la empuja a alejarse de su presencia (por el "bien" de los dos), que debe recopilar los retazos de su experiencia para aprender de ella y ser más fuerte, más sabia, y que, cómo alguna vez le dijo, debe dar lo mejor de si, inteligentemente, disfrutando con fuerza cada momento, "la vida es muy corta para estar triste" (a lo que yo le agrego: "y si lo estas, embellécela con hermosas palabras, o por lo menos elegantes, dignas de un sentimiento tan profundo y real").

(En el fondo él sabe de sus sentimientos, pero desconoce la razón de su comportamiento. Que estas frases sirvan para disipar parte de la incertidumbre que ella no se atreve a aclarar con su propia voz)

Bonne nuit et bonne chance mon petit garçon...

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